El Movimiento rockero a lo largo de estos últimos 40 años se ha visibilizado con un proceso patriarcal en donde la mujer se ha visto como una figura de acompañamiento, una figura accesoria dentro de los procesos estructurales, tanto de construcción de cultura como en la toma de decisiones. En los territorios la mujer cumple un papel muy importante en el desarrollo cultural del género tanto musical como urbano. Sin embargo su trabajo no es visibilizado y escasamente se crea un imaginario borroso de su participación en la sociedad.

 

Claramente el criterio autocrático, patriarcal de varios colectivos fuertes del movimiento rockero ha limitado el desarrollo de procesos femeninos conectados con la cultura en todas sus expresiones. Es emergente plantear el dialogo hacia los colectivos que tienen experiencia en el proceso de desarrollo de la mujer en todos sus aspectos para partir de aristas diferentes y autoreconocernos reflejándonos en procesos similares en otros territorios.